Psicoterapia con PEG para Hombres

Este sitio reúne a especialistas y divulgadores avezados en el tema de masculinidades con la finalidad de crear un espacio accesible y plural que permita compartir contenidos y saberes enfocados a la construcción de modelos afirmativos y sanos para hombres.

La Psicoterapia con perspectiva de Género (PEG) para Hombres está pensada para aquellos hombres que desean profundizar en el modelo de masculinidad en el que han sido educados. ¿Somos los hombres realmente libres para no ser siempre competentes, fuertes, valientes o decididos?. Este enfoque ayuda a cuestionarse ese aprendizaje social recibido para ser conscientes del papel que nos han asignado por nuestro género. La idea es vernos como personas y poder elegir cómo quiero ser más allá de los roles establecidos. Indicada para incorporar la mirada social de género a la propia comprensión vital

¿Por qué Psicoterapia con perspectiva de Género para Hombres?

La Psicoterapia con perspectiva de Género para Hombres se ocupa de los Malestares Psicológicos del género Masculino. Los malestares psicológicos están relacionados con las expectativas que la sociedad pone en nosotros por el hecho de ser hombres. Unas expectativas que aprendemos cuando somos niños, durante la etapa de formación pero que nos acompañan toda la vida. Esas expectativas nos hacen vivir muchas situaciones como si solo hubiera una única manera posible de vivirlas. Comprender como afecta la construcción de género en nuestra vida y en la de las demás personas es de vital importancia para trascender la violencia y sus implicaciones personales y sistémicas.

Algunos temas:

  • Efectos de la masculinidad en la salud mental.
  • Emociones y relaciones sanas.
  • Intervenciones con perspectiva de género.
  • Habilidades sociales centradas en la paz.
  • Política del buen trato y erradicación de violencia.
  • Paternidades afirmativas.
  • Sexualidad, cuidado y autocuidado.
  • Adicciones.
  • Violencia y machismo.
  • Duelos.
  • Trauma
  • Sentido de vida.

TERAPIA INDIVIDUAL ONLINE

CHRISTIAN ORTIZ

MIEMBRO DE C.G. JUNG FOUNDATION FOR ANALYTICAL PSYCHOLOGY Y DE LA ASOCIACIÓN TRANSPERSONAL IBEROAMERICANA.

Christian Ortiz es psicólogo con más de una década de experiencia en prevención y atención de violencia e intervención en crisis, así como en la psicoeducación en masculinidades. Su basta experiencia en atención terapéutica se suma al desarrollo de contenidos y capacitaciones. MÁS INFO

“Necesitamos urgentemente abandonar los modos destructivos de pensamiento y conducta inspirados en valores anticuados y superados históricamente y desarrollar un modelo diferente de hombre”. 

Miedzan


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¿Cómo esta masculinidad dificulta, entorpece, o incluso imposibilita el proceso terapéutico en consulta? De diversas maneras. Empezando por el sentimiento de poder con todo y de no asistir al psicólogo.

Si algo me ha enseñado mis años de experiencia como psicólogo es que la variable género tiene una carga muy influyente de cara al éxito de la intervención terapéutica. Pensadlo por un segundo. Hagámoslo juntos con una pregunta muy básica. ¿Quiénes son más emocionales? Seguro que, aún a sabiendas de que el término emocional está muy distorsionado y que aquello que has pensado no es cierto, se te ha venido a la cabeza el género femenino. Mujeres cisgénero, si me apuras.

Con esto ponemos sobre la mesa una de las mayores dificultades a la hora de intervenir con varones o cualquier otra identidad masculina: la masculinidad hegemónica. Para quienes no sepáis de lo que estoy hablando, os lo resumo brevemente. Masculinidad hegemónica es un concepto desarrollado por la socióloga Raewyn Connell. Define con este concepto cómo la permisividad de ciertos valores asociados, inculcados y reforzados en los varones, se retroalimentan entre lo ya establecido en el sistema heteropatriarcal y su reproducción. Digamos que es un círculo vicioso: veo que el estatus quo es el de la permisividad hacia los hombres, los reproduzco y reafirmo dicho sistema, cometiendo aquí la falacia del “si las cosas son así, es porque deben de estar”.

Masculinidad y emociones

¿Cómo esta masculinidad dificulta, entorpece, o incluso imposibilita el proceso terapéutico en consulta? De diversas maneras. Empezando por el sentimiento de poder con todo y de no asistir al psicólogo. Porque si ni siquiera inicias terapia cuando la necesitas, ya cierras toda posibilidad de mejora y crecimiento personal. Tenemos muy interiorizado que pedir ayuda es muestra de debilidad cuando significa todo lo contrario, y en esto nos llevamos la palma los hombres. No se nos permite mostrar vulnerabilidad. El castigo al hombre vulnerable es fulminante e inmediato. “Eres una nenaza, menudo maricón, qué blandito eres, vete con tu mamá a fregar” y un sinfín más de descalificativos que tienen la capacidad de herir, porque simbolizan todo aquello que no debemos ser: femenino.

También es femenino contar tus intimidades. Abrirte ante otra persona y narrar circunstancias, acontecimientos o etapas de tu vida muy convulsas, no es plato de buen gusto para nadie. Es más, como a los hombres se nos prohíbe mostrar nuestras emociones, no tenemos muy desarrollada la capacidad de gestionar y expresar estas últimas. La única emoción con la que tenemos permisividad es la ira, la rabia, lo que se traduce en agresividad que, empleada de una forma premeditada y con alevosía, más la permisividad social, se traduce en violencia.

Se nos educa en que el mundo es nuestro, que tenemos la obligación de demostrar dominio o posesión de bienes. ¿Qué sucede cuando no lo logramos aunque sigamos insistiendo de la misma manera, y cada vez más fuerte?

Utilizamos la violencia para absolutamente todo. Sigue habiendo un porcentaje mayoritario que es reactivo. No nos han enseñado a responder ante los acontecimientos. A reflexionar. Sencillamente, se nos educa en que el mundo es nuestro, que nos pertenece, que tenemos la obligación de demostrar dominio o posesión de bienes. ¿Qué sucede cuando no lo logramos aunque sigamos insistiendo de la misma manera, y cada vez más fuerte?

Que nos rompemos. Rompemos a nuestra persona y no toleramos esa frustración. Nos sentimos mal por sentirnos mal. Entramos en bucle y no sabemos qué hacer. Tampoco es que queramos recibir ayuda. Y por desgracia, predominando esa visión masculina mecánica y funcional de la vida, muchos hombres se resguardan en prácticas insalubres y autodestructivas como el alcohol, el juego lúdico o la prostitución.

La frustración y el dolor

Toda esta postura supone una rigidez e inflexibilidad casi absolutista en un gran porcentaje de hombres, que se refleja en sus áreas, ya sea la familiar, sentimental, laboral o social. Los vínculos se deterioran y la tendencia a la soledad empieza a predominar. Pero no somos capaces de afrontarlo. ¿A caso sabemos? ¡Si nos falta tiempo para huir y no afrontar cualquier emoción desagradable contextualizada como femenina! Recuerda que llorar es de maricones, por lo que mejor no empezar a sentirse triste.

Otro factor clave por el que acuden a terapia, por voluntad propia o por recomendación de pareja, amigos o familia, es el de perfeccionismo. Nos cuesta sentirnos realizados, ya que nunca parece suficiente. Por otro lado, el perfeccionismo tiene la capacidad de bloquear, de inmovilizarnos. El constante deseo, o imposición, de hacerlo todo al milímetro, nos impide tomar acción ya que no logramos visualizar esa perfección.

La necesidad imperante de reconocimiento social, así como de deseabilidad sexual causa estragos en nosotros. Nuestro autoconcepto está formado y validado por el exterior, no por un ejercicio de introspección

La autoestima de los varones está tremendamente tocada. La necesidad imperante de reconocimiento social, así como de deseabilidad sexual causa estragos en nosotros. Nuestro autoconcepto está formado y validado por el exterior, no por un ejercicio de introspección. Así sucede que, cuando reciben una devolución en consulta, lo primero que se suele observar es un “no, te has equivocado, no tienes razón”. Y abordar esa reacción es bastante complejo, aunque no imposible.

Y hablando de deseabilidad, ni os imagináis la de hombres que acuden a consulta con problemas de eyaculación precoz o de disfunción eréctil. Es traumático para ellos. En el primer caso, muchas veces el malestar viene de la comparativa, de un autodiagnóstico que sí que es precoz, no como su orgasmo. El segundo, suele nacer de una presión provocada tanto por exigencias propias (producto de la visualización de pornografía o incluso de conversaciones con iguales) así como de las expectativas de los compañeros o compañeras sexuales. Los hombres, en este sistema heteronormativo y patriarcal, debemos mostrar potencial, y sobre todo en el sexo. Incluso da igual la orientación sexual. El sexo se concibe como un examen, y no como un encuentro de disfrute. Parece que todo tiene finalidad, y cuando no la encontramos, estamos desorientados.

Gracias a los avances sociales, asociaciones, instituciones y demás movilizaciones, cada vez somos más los hombres que nos paramos a reflexionar, a cuidarnos y a hacernos responsable de aquello que, sin pedirlo, nos acontece, y que sin tener consciencia, hemos ejecutado.

Esto no es sinónimo de que jamás vayamos a reproducir comportamientos machistas que hieran a otras personas y a nosotros mismos, pero sí que es garantía de que al menos nos acercaremos más a un trato más respetuoso, honesto y compasivo. Y eso, desde luego, es un avance.

José Alberto Medina Martín

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